Corría agosto del 2013, pocos meses llevábamos de viaje, y muchas ganas de recorrer y conocer. En busca de satisfacer esas ansias de aventuras, nos adentramos en el oriente boliviano. Tierra baja y calurosa, muy diferente al mundo andino en paisajes y cultura. Rincones poco visitados, naturaleza vírgen, pueblos pintorescos y genuinos, de gente hospitalaria y curiosa.
Y en aquel entorno majestuoso, el legado de las misiones jesuitas.
San José de Chiquitos
Desde la terminal bimodal de Santa Cruz de la Sierra, tomamos un tren hasta San José. Luego de cuatro horas llegamos al primer asentamiento jesuita de la región y capital de la provincia del mismo nombre. En Bolivia las provincias son las divisiones administrativo-políticas de los departamentos. Son nueve departamentos gigantes: Beni, Cochabamba, Chuquisaca, Oruro, La Paz, Pando, Potosí, Santa Cruz y Tarija, cada uno a su vez, fraccionado en provincias.
Pueblo pequeño, de gente amable. El clima, tropical, propio del bosque seco chiquitano, transición entre el chaco y la selva. A pocos kilómetros se encuentra Santa Cruz La Vieja, original capital del departamento Santa Cruz que luego se trasladó a su ubicación actual (Santa Cruz de la Sierra). Desde aquí parte el camino de las misiones jesuitas (San Rafael, San Miguel, Santa Ana y San Ignacio) hacia el norte, y siguiendo al este, por la autopista bioceánica, se llega a Brasil.
La catedral, primera y más grande de las iglesias jesuitas en Bolivia cuenta con un museo muy interesante sobre la orden y su historia en esta parte del oriente boliviano.
San José, sábado 10 de agosto
Anoche pasamos nuestra primera noche en San José. Estamos en una casa semiabandonada, a la cual nos invitaron unos viajeros que cruzamos en la estación de trenes apenas llegamos.
San José, lunes 12 de agosto de 2013

Personajes en el camino
que te enseñan e influyen.
Te abren puertas,
te invitan a entrar a otros mundos.
Sólo es cuestión de cerrar los ojos y fluir.
Me acabo de dar cuenta que en el viaje no solo somos influenciados por personas y lugares, sino que también somos influencias.
Aguas Calientes
A menos de una hora de Santiago de Chiquitos (otro de los pueblos que posee una hermosa capilla jesuita, pero fuera del circuito, pasando Roboré), se llega a este paraíso natural. A solo trecientos metros desde la carretera bioceánica, corre paralelo un río de aguas termales y cristalinas. Su longitud es de dos kilómetros, el más grande en su tipo de Sudamérica. Sus márgenes tupidos de vegetación autóctona y su suelo arenoso, invitan a disfrutarlo en alguno de sus tres balnearios.
El pueblo es pequeño, por lo que los hospedajes son escasos. Lo ideal (para nosotros) fue acampar en alguno de los balnearios. El primero, desde Santiago, se llama Los Hervores porque es donde el agua es más cálida. Después le sigue El Burrito, el cual no conocimos. Y por último, Los Puentes, donde la vegetación es más tupida y el río más cerrado.
Aguas Calientes, miércoles 14 de Agosto
Amanecimos con una notable baja de temperatura, ideal para las aguas termales. Ayer hacía mucho calor para disfrutarlas. El lugar es único. Un río rodeado de verde, con suelo de arena y agua cristalina. Estamos en Los hervores. En ciertas partes el agua llega a los 40°C. Es impresionante ver como de las arenas surgen burbujas que revolucionan las tranquilas aguas y las calientan.
Recostado en la aren fina, siento el tibio burbujear del agua por todo el cuerpo, a la vez que cientos de pececillos me hacen cosquillas buscando alimento en toda mi piel. Es un spa natural.
Bajé un poco por el río, hacia aguas más frías y profundas, sólo a 200 mts del camping. En esa parte, la arena está cubierta de un tipo de alga, inexistente donde hay mayor temperatura. También el lecho es más ancho y a sus márgenes hay mayor vegetación y menos construcciones. Pude sentirme, en ese momento, parte de la naturaleza, más aún cuando observé un tucán sobrevolar muy cerca de donde estaba. Un grupo de grandes loros rojos (aquí parabas, en otros sitios guacamayas o lapas), incrementaron esa sensación.
Corumbá, sábado 17 de agosto
Estamos en la plaza tratando de vender alguna postal. No tenemos ni un real, lo idea es no cambiar dinero, sino generar lo que necesitemos para un solo día en Brasil. Nuestro objetivo es que nos renueven la visa para seguir viajando por Bolivia.
Llegamos pasado el mediodía, provenientes de Aguas Calientes, donde pasamos una noche inesperada y asombrosa. Después de esperar toda la tarde en la ruta, haciendo dedo, decidimos volver a Aguas Calientes, pero a otro balneario. Así fuimos al Puente. El lugar tiene aguas más profundas y menos cálidas que Los Hervores. También menos gente. Solo estábamos nosotros y un grupito que se fue casi al mismo tiempo que llegamos. Al fin estamos solos, pensamos con Caro, cuando escuchamos de las muchas palmeras que nos rodeaban, fuertes ruidos que hacían mover las grandes hojas y tambalear los delgados troncos. Ya era de noche. La medialuna de un cielo despejado nos permitió observar la silueta de un monito entre las palmas que usaban como trampolín. Pocos minutos nos duró la contemplación de la naturaleza. Dos grandes camionetas entraron en el camping con sus motores rugientes y sus luces destellantes, rompiendo el encanto. Sus ocupantes, no obstante, fueron muy amables interesándose por nuestra aventura. Bebieron unas cervezas, se bañaron unos minutos en el río y, como llegaron, partieron acompañados de música a todo volumen de folclore argentino (la Sole y los Nocheros).
Acabamos de vender nuestra primera postal. Son como las cuatro de la tarde. Ya tenemos cinco reales.
Santiago de Chiquitos
Último asentamiento jesuita en la Chiquitanía. Como toda la región, se destaca por sus atractivos naturales. Bosques vírgenes, ríos, formaciones rocosas, cuevas, valles. También es abundante la fauna, sobre todo en aves, observándose frecuentemente gran cantidad de parabas rojas (guacamayas), tucanes, tucancillos y más. Muchas especies de plantas y animales endémicos, también mariposas.
Lunes 19 de Agosto
Terminamos en casa de Don Pantaleón, profesor a punto de jubilarse y arriero de pasión. Un ser fantástico, casi irreal. Parece un personaje creado por García Márquez. Será muy agradable en estos días observarlo, escucharlo e intentar retratarlo.
Miércoles 21 de Agosto
Hoy fuimos al mirador desde donde se puede observar con claridad todo el Valle de Tucavaca. El lugar es imponente. Hacia los alrededores el gran bosque seco chiquitano. Extensas planicies de bosque nativo, casi virgen. En la cima, yacen gigantes de piedra que, semejante a dedos, se esfuerzan por tocar el cielo. Empinados acantilados aportan majestuosidad al lugar. Sobre nosotros, velozmente volaban gran cantidad de aves, aceleradas por el fuerte viento. Reconocimos tucanes, parabas y algunas aves rapaces.
Roboré
A solo dos horas de San José y treinta minutos de Santiago, se encuentra este hermoso pueblo. A diferencia de los anteriores, Roboré no es un pueblo centenario, siendo creado relativamente hace poco con la llegada del ferrocarril. Se destaca por sus atractivos naturales, siendo el Chorro de San Luis un lugar imposible de dejar de visitar.
Dese San José se pasa por Chochis, famoso por sus formaciones montañosas. La más conocida es la Torre de David o, paradójicamente, Muela del Diablo, donde encontrarán un templo religioso.
Roboré, miércoles 27 de Agosto
Ayer dejamos Santiago, después de una semana en lo de Pantaleón. Fue una muy linda experiencia cruzarnos con él en el camino. Un hombre recio de campo pero a la vez muy sensible. Cuando partimos, después de despedirnos, Caro escuchó como les decía a sus animales, con quienes siempre hablaba: “Estoy triste, se fueron mis gauchos.”
Estamos en el Chorro San Luis, un lugar paradisíaco. Rodeados de naturaleza, armamos la carpa en una playita de arena en frente de una caída de agua de 20 metros. La cascada es la ruptura de una serranía de piedra milenaria. Tucanes, parabas y diversas mariposas de todos los colores, revolotean a nuestro alrededor.
San José de Chiquitos, viernes 30 de agosto
A las cuatro de la tarde de un día muy caluroso, estamos sentados en una plaza desierta. De frente… la imponente iglesia donde los jesuitas comenzaron a organizar las misiones chiquitanas hace un par de siglos.
Volvimos a San José. Llegamos hace dos horas desde Roboré. Nos levantaron dos trabajadores del gasoducto, también nos invitaron a comer. Nos dirigimos directamente a la iglesia donde conseguimos alojamiento. Hoy también hay actividades por el festival de música misional chiquitana. Esperamos venga más gente que ayer a Roboré. Allí observamos una linda orquesta infanto juvenil, que nos deleitó. Cuando escuchábamos, en la capilla, cómo estos fantásticos pequeños músicos interpretaban la sinfonía N° 40 de Mozart, uno de los niños que formaba parte del mismo grupo, pero que ya había hecho su participación, se acercó hacia donde estábamos sentados. Él nos había comprado una postal hacía un rato en la plaza, cuando ensayé mi única estrategia de venta, decir que es un buen regalo para una enamorada. En la iglesia me dijo: “Ya se la regalé a mi compañera. Le puse: con mucho amor”.
La Fortuna, lunes 02 de septiembre
Estamos en este inhóspito caserío haciendo dedo para llegar a San Rafael. Ayer un camión a 10 kms. por hora, debido al mal estado del camino, nos trajo desde San José. Desde aquí esperamos que nos levante un vehículo más veloz. Bajo un sol fuerte, el viento cálido y seco nos llenaba de tierra. Nadie pasó. Nos dejaron armar la carpa en un complejo educativo cercano, el responsable: un cura mendocino.
El pueblo es tranquilo, solo algunas precarias casas se levantan al costado del camino. Es seco, con bastante vegetación, pero toda seca, dormida. Una que otra palmera sobresale desorientándonos. La tierra es rojiza y el paisaje llano, solo alguna lomita desdibuja el horizonte. El típico paisaje chiquitano. Hace casi cuatrocientos años, por estos caminos transitaban los jesuitas en carretas. Hoy el paisaje no ha variado mucho, inclusive todavía circulan numerosas carretas, solo que estas no transportan jesuitas, sino a los mucho menonitas que hay por estos lares.
San Rafael
Pequeño pueblo, primero desde San José y luego de varios kilómetros de puro camino de tierra. Solo una noche dormimos en el pueblo, en la catedral, una de las tantas iglesias que componen el conjunto de la obra jesuita en la Chiquitanía.
San Rafael, miércoles 04 de septiembre
Sentados en la plaza, vemos caer la noche. El clima es sumamente agradable, cálido sin ser caluroso. Llegamos antes del mediodía, luego de nuestra tercera noche en La Fortuna. Al hecho de que nadie nos levantaba, se sumó una tormenta. Poco más de tres horas nos refugiamos en la modestísima casa de nuestros amigos. Cuando la tormenta paró, pudimos partir para la escuela, donde nos alojamos nuevamente.
Pensamos que nuestra estadía en aquel pueblito no fue casual. No fue el hecho de que no nos levantaran el que nos retuvo, sino las ganas recíprocas de compartir con aquellos niños. Desde los juegos y dibujos, hasta nuestra ayuda con sus tareas de la escuela, todo muy llenador. Siempre serán un lindo recuerdo aquellos días junto a Enrique, Katerine, Daniel, Juan y Sarita.
Santa Ana, viernes 06 de septiembre
Santa Ana es, de los pueblos misionales, el más pequeño. Casi no hay gente, a la iglesia la rodean unas pocas casas. El templo es de los más austeros del complejo jesuítico, el único construido por los mismos indígenas, luego de la expulsión de la Compañía de Jesús de las colonias españolas. Es también el único pueblo que conserva la estructura urbana original, planeada por los jesuitas.
San Ignacio de Chiquitos
Capital de la provincia, es el pueblo más grande de la región, junto a San José. Posee una gran laguna a algunas cuadras de la ciudad. Allí se pueden observar aves y lagartos.
Es uno de los lugares desde donde se parte para conocer el Parque Nacional Noel Kempf. Cuenta con gran oferta hotelera, de todo tipo y precio, y también con excelentes trabajos en madera tallada.